@article{20.500.12766/298, year = {2018}, url = {http://hdl.handle.net/20.500.12766/298}, abstract = {Siempre es oportuno hablar de educación, puesto que en cada persona, en cada generación, ha de comenzarse desde el principio: no se da la acumulación generacional de la mejora, ni herencia de las virtudes. Por otro lado, proponemos una profundización en la dimensión antropológica, llegando al nivel de la «antropología trascendental»1, de la acción educativa; es decir, el crecimiento del ser humano que apunta al amor personal así como al vínculo –o los vínculos– que hacen posible ese «crecimiento ayudado»2. En todo caso, desde las aportaciones de Leonardo Polo, y su confluencia con estudios de otras disciplinas- especialmente la psicología y la pedagogía–, esta posible prosecución, lo que aquí se escribe, tiene carácter de «intento», no de conclusión y menos aún de punto final. Con todos estos elementos, lo que nos proponemos estudiar, o las hipótesis que se busca confirmar, pueden sintetizarse del siguiente modo: 1) La familia es de suyo el ámbito educativo originario de toda persona humana. 2) La familia cumple su misión como ámbito educativo, en cuanto desarrolla vínculos afectivos y amorosos. Esto puede mostrar que afecto y amor, además de ser suficientemente distintos, apuntan a crecimientos también diferenciados: el de la personalidad y el del ser personal –si este es posible–.}, publisher = {Instituto de Estudios Filosóficos Leonardo Polo}, title = {La familia como ámbito educativo. Afectividad y amores personales}, journal = {Miscelánea Poliana. Serie de Filosofía}, keywords = {Familia}, keywords = {Educación}, keywords = {Leonardo Polo}, keywords = {Psicología}, author = {Martínez Priego, Consuelo}, }